Ubicación: plaza de Alfonso II el Casto, Oviedo.
Escultor: Mauro Alvarez Fernandez Fecha de inauguración: 1977 Material: |
Pocas obras se convierten en un referente tan grande de un autor que terminan opacando en alguna medida sus otras producciones, y también son raras las ocasiones en que un libro inspira hasta esculturas como ha sucedido con la célebre novela de Leopoldo Alas “Clarín”, “La Regenta” una novela para algunos demasiado cruel en su percepción de una sociedad española que en los tiempos del autor, y se refiere claramente a su tierra natal Oviedo, censura la actitud hipócrita de la sociedad y a una protagonista que languidece insatisfecha de su vida conyugal, como tantas otras heroínas literarias, pero que en “La Regenta” resulta uno de los personajes mejor construidos en la literatura y la obra mayor de su autor. Originalmente fue publicada en dos entregas alrededor de 1884 y 1885 a partir de ahí su fama literaria ha sido tal que le han sucedido muchas ediciones en muchos idiomas. Esto claramente sucedió mucho tiempo después, para su début la novela atrajo como sucede con las grandes obras literarias y porque a la sociedad ya sabemos no le gusta verse reflejada en ninguna parte ni que le señalen sus vicios y defectos, controversias y censura, y las que lejos de calmarse con la prohibición de distribuirla y leerla acrecentaron con el escritor enfrentándose a sus propios censores. ¿Resultado? una novela maravillosa que además censurada recibió un espaldarazo para convertirse en todo un referente de la literatura del Siglo XIX.
Es “La Regenta” un relato situado en un lugar ficticio que no engaña a nadie, Oviedo el lugar natal del autor, un Regente muy mayor para una esposa “La Regenta” muy joven y que por tanto vive aburrida y soñolienta la vida, en el juego de esto jugarán papel importante dos enamorados de la bella protagonista, un galancete provinciano simple y aburrido enamorado de ella y un cura que también se enamora de ella. La novela es un fiel retrato de la sociedad de la época, ya provinciana y ruda, insensata e inculta, hombres y mujeres no despiertan simpatía alguna para el señor Alas que de un podemos decirlo así plumazo hizo temblar a esa misma sociedad.
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